domingo, 30 de noviembre de 2014

Mi ego enfermo

Era todo bien estructurado;  pensando, analizando, ejecutando... todo parecía funcionar mi ser propia marchaba bien. Yo era lo que deseaba ser, mi alma estaba fraguada con el universo y cada fragmento del día lo disfrutaba y mi espíritu sonreía.  Pero no supe cuando el espejo que se ocultaba en la obscuridad tramaba algo vil que sin pensarlo fue adquiriendo dominio sobre mi. 
Sin darme cuenta una lagrima rodaba sobre mi mejilla era tan amarga y tan infinita y a esa le siguieron unas más.  Que humillante sentirme tan desvalorada de nuevo. Empujada al fango con bufadas a mis espaldas. Mi ser me levantó y creyó poder comenzar de nuevo y sin darme cuenta  otro desprecio más convirtió a mi ego desornamentado en algo tan común como práctica de diario. Las lágrimas ya no estaban más,  eran llantos permanentes internas que no dejaban secar a mi alma. El ego empezó a enfermar pues las humillaciones y los desprecios hacían de mi espejo un espectro lleno de pequeñas devaluaciones de mi ser. Ya no era mas mi alma la que importaba sino mi ego que yacía nauseabundo. Ya no se que hay dentro. Ya el valor que había dentro se ha corrompido y ha perdido lo preciado de la vida. Las lagrimas  disfrazadas de sonrisas tienen una esencia de sabor amargo. Que sera de mi alma que intenta retomar el vuelo arrastrándose a ras de suelo.

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