martes, 27 de agosto de 2013

El día que mori...


Ojos nuevos que miran las sombras, pero con luz alrededor, ojos que evaden miradas de negras amarguras y tristes semblantes. Te mire desde esa misma mañana, estabas ahí  parado justamente en la puerta. Te observe fijamente y no había en tu rostro ninguna expresión  pensé por un instante si seria una visita pasajera o permanente; pero tu no reflejabas nada en absoluto  observabas finamente cada palpitación de mi corazón  Yo intente esquivar de nuevo tu mirada y por mas que lo intentaba  permanecías ahí, sin movimiento alguno. Pensé estar equivocada, pero no estaba dormida, no estaba alucinando, no estaba distraída  Eras tu tan soberbio y tan seco, tan muerto cual alma desterrada. Lance unas plegarias, y por fin vi respuesta en ti, lentamente tus labios tuvieron movimiento y mostraste una mueca de sonrisa fingida, austera, macabra. 

Yo empece a temblar, rogué que te fueras y diste un paso adelante, yo solo pensaba en mil cosas del pasado efímero  de mi presente perfecto y de mi deseado futuro. Ya para entonces comenzaba a sudar y el terror de irme contigo se hizo cada vez mas fuerte acojonando a mi corazón pálido. Mis manos comenzaron a ponerse frías  heladas cual hielo blanco, mis uñas cambiaban de color y mi cuerpo dejaba de responderme poco a poco, a partir de cada paso que dabas hacia mi; sentí como moría lentamente mientras mas te acercabas. Entonces te mire fijamente y supe entonces que era el final, recuerdo perseguirte cuando adolescente yo era y te vi huir mil veces, y ahora que no quiero partir te apareces en el momento mas inoportuno. 

-¡Dios solo una oportunidad!...

Mire como te ibas, te alejaste sin dejar de mirarme, tus ojos parecían encajarse en mis pupilas bastante dilatadas. Entonces tu mueca de sonrisa falsa desapareció de tu boca, permaneciste ahí sin hacer nada, solo observando durante tres días, tu tan inerte parado ahí sin titubear.  Llegó el cuarto día y finalmente te esfumaste sin mas ni mas, basto tan solo un parpadeo para que tu mirada ya no estuviera ahí clavada en mi. Te fuiste y pensé que tan cerca de mi vida estuviste que solo el recuerdo de tu silencio y tu pálido rostro grabe en mi mente odiando fielmente a quien te puso en mi camino.